Muerto de miedo
Confieso mi terror al deterioro,
al cáncer, al olvido, a la vejez,
duelos que se maquillan por decoro,
dicen que por la boca muere el pez.
al cáncer, al olvido, a la vejez,
duelos que se maquillan por decoro,
dicen que por la boca muere el pez.
Me flaquean las piernas frente al toro
de la yihad y aunque, más de una vez,
he presumido de bajarme al moro,
me declaro culpable, señor juez.
de la yihad y aunque, más de una vez,
he presumido de bajarme al moro,
me declaro culpable, señor juez.
Mientras las musas no me den la espalda
brindaré bajo un pliegue de tu falda
por Dylan, por Brassens, por José Alfredo.
brindaré bajo un pliegue de tu falda
por Dylan, por Brassens, por José Alfredo.
Y seguiré cantando y blasfemando
contra todos los dioses, celebrando
las ganas de vivir, muerto de miedo.
contra todos los dioses, celebrando
las ganas de vivir, muerto de miedo.
El poema aparece en una revista que está relacionada con un periódico, y por este motivo el autor escribe sobre un tema de actualidad, el terrorismo.
En la primera estrofa del poema, Sabina se dirige al público y cuenta sus miedos, temores que oculta para no avergonzarse.
La segunda estrofa hace referencia a un miedo concreto, el terrorismo, y al sentimiento de culpabilidad que le produce haber alardeado de "bajarse al moro", y en cierto modo haber contribuido al desarrollo de las organizaciones terroristas. Utiliza esta expresión para referirse a la época de los ochenta, en la se hacían viajes a Marruecos para traficar o consumir drogas.
En el último párrafo, el poeta nos refiere que va a continuar con su vida, sin importarle los yihadistas, porque, a pesar del miedo, tiene ganas de vivir.
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